Detrás de algunos transtornos, tanto psiquiátricos como psicológicos juveniles, está el consumo de cannabis y sus derivados, el hachís y la marihuana.
Nuevos estudios están destapando su potencial tóxico, particularmente entre un grupo de consumidores con especial riesgo, los ADOLESCENTES. La evidencia es cada vez más clara respecto a que fumar porros de forma habitual en esta etapa vital incrementa las probabilidades de desarrollar con los años un trastorno psicótico. A corto plazo, las consecuencias no son menos alarmantes. Se asocia a una alta tasa de fracaso escolar debido a problemas de memoria y de concentración y una mayor frecuencia de episodios depresivos y ansiedad.
Las demandas de terapia por abuso de cannabis en menores se han disparado. Y la edad de inicio de 1º consumo de esta substancia es cada vez menor en algunos sectores. De ahí la importancia de transmitir a los adolescentes estos conocimientos para tomar conSciencia de una realidad que les afecta y desmitificar la aparente inocuidad de su consumo reiterado a estas edades.
Los expertos son claros. Si se quiere evitar en el futuro una epidemia de trastornos psiquiátricos hay que retrasar la actual edad de inicio en el consumo del cannabis. En palabras del Ministerio de Sanidad «Su uso está mitificado, se ve su aspecto lúdico, pero se omiten los problemas de salud que puede desencadenar para los que se inician a edades tempranas. La investigación nos indica que el pronóstico es sombrío para los que lo hacen antes de los 15 o 16 años».
Fernando Rodríguez de Fonseca, investigador que coordina la Red de Trastornos Adictivos, es rotundo al respecto: «No podemos garantizar que el cerebro de un adolescente que consuma cannabis de forma habitual no vaya a ser vulnerable a ciertas patologías psiquiátricas».
Por todo ello debemos informar a los menores desde edades tempranas, de los efectos que puede causar este hábito en su estado de salud y desarrollo posterior.
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