Terapia Integral con Familias es un método terapéutico dirigido principalmente al conjunto familiar. Combinamos la Psicología y la Terapia de Juego con Medicinas Naturales, estableciendo una forma de actuación sencilla, divertida y eficaz. T.I.F. es uno de los métodos desarrollados por CASIOPEA CENTRO DE TERAPIAS. Visita nuestra página web y conoce todas nuestras actividades, terapias y nuestra forma de trabajar. www.centrocasiopea.com

miércoles, 21 de octubre de 2009

FAMILIA. PAUTAS DE COMUNICACIÓN Y LIDERAZGO.

La comunicación familiar puede darse de diferentes formas (comunicación verbal o no verbal) y a diferentes niveles (profundo o superfluo). Cuanto más profundo sea el nivel de la comunicación mayor será el nivel de madurez alcanzado. La familia es el grupo social donde la comunicación es o debería ser más íntima. (Es un mal predictor que no exista ni cierto grado de intimidad en este grupo). Existen varias características o peculiaridades que se dan en la familia:

Aceptación Incondicional.
La singularidad de la familia no se encuentra en ningún otro grupo social. (“La quiero porque es mi hija”) los lazos emocionales que aquí se estrechan son mucho más intensos que en cualquier otro ámbito. De aquí que en el campo del derecho por ejemplo no se permita testificar a los familiares, ya que no son testigos válidos. La justicia siempre está después del amor.
Resulta básico sentir y manifestar en la familia esta aceptación incondicional. El amor, repito incondicional, es lo que genera autoestimas fuertes en los hijos para que puedan lanzarse a la vida sin miedos y con los pies firmes. Y proporciona la confianza suficiente para poder abrir y tratar cualquier problema que les surja a lo largo de la vida. Se convierte así la familia en un punto de APOYO, en un faro para que cuando los pequeños y los no tan pequeños se pierdan puedan volver a encontrar su propia luz.


Ojo!! a frases como: “si no me das un beso ya no te quiero” “si te portas así de mal dejo de quererte” “ahora ya no te quiero” “esperaba mucho más de ti”… estas frases que a menudo se dicen sin darle la menor importancia penetran el inconsciente (sobre todo de los niños y adolescentes), interrumpiendo el proceso de seguridad-amor incondicional-aceptación de uno mismo-bienestar general. No debemos olvidar nunca la importancia y el poder de la palabra hablada.

La forma en que nos comunicamos:
Tan importante como lo que se comunica, es cómo se comunica. Tono de voz, distancia, cariño u hostilidad, riña o explicación, sermón o fábula, la mano en el hombro, un abrazo… y el grado de implicación que facilitamos a los más pequeños, en la comunicación y en la vida.

Distinguimos 3 tipos de estructuras familiares de acuerdo con el medio ambiente familiar:

-Flexible o democrática: Es el escenario más positivo. Coexisten normas y libertad. Son padres participativos. Señalan las directrices, no imponen las conductas. Consultan las ideas y opiniones de sus hijos, los escuchan y analizan seriamente sus ideas aceptando sus contribuciones siempre que sea posible, positivo y práctico. Los padres participativos propician una toma de decisiones compartida para fomentar que las ideas de sus hijos sean cada vez más útiles y maduras. Impulsan así además el incremento de su autocontrol y responsabilidad ya que aprenden a autogestionarse, no a obedecer normas externas que algún día podrán incumplir. En este tipo de estructura familiar, la autoridad final en asuntos de importancia está en manos de los padres.
RESULTADO: se fomenta que los hijos posean confianza en sí mismos, iniciativa, autocontrol, creatividad, ilusión y autoestima.

-Rígida o autoritaria: Muchas regularidades, apenas perturbaciones. Es el estilo parental caracterizado por normas y falta de libertad. Los padres valoran la obediencia y creen en la restricción de la autonomía del hijo. Los niños no tienen control sobre ninguna esfera de sus vidas el orden les es impuesto externamente.
RESULTADO: Hijos con poca iniciativa, falta de confianza en sí mismos, se busca el criterio externo o se impone el suyo propio, sumisos/autoritarios, déficit de autocontrol.
*Las perturbaciones son fruto de la libertad y estas son necesarias para el buen desarrollo del nuevo ser. Le ayudan a desarrollarse, autogestionarse, comprender y afrontar dificultades. Las perturbaciones (dentro de un margen normal) son positivas. Las irregularidades en general (y al revés de como se acostumbra a creer), las irregularidades no gustan a las personas inseguras o con miedos.

-Débil o laissez-faire (dejar hacer): Este tipo de estructura familiar se caracteriza principalmente por la permisividad. Mucha libertad y pocas normas. Los padres proporcionan toda la autonomía posible, siempre que no se ponga en peligro la supervivencia de su hijo. Escaso control y cierta desestructura.
RESULTADO: Hijos desorganizados, con falta de confianza, baja autoestima, posibles problemas de adaptación social…

El tema del “liderazgo” en la familia, en la escuela o en la sociedad, ha suscitado siempre un gran interés y una gran polémica. Se han realizado numerosos estudios para determinar qué estilo parental tiene mayor beneficio a nivel de productividad, bienestar o éxito general y como resultado de los estudios realizados y como norma GENERAL, se estableció que el estilo democrático o flexible es el que tiene mejores resultados. Aún así debemos alertar de lo complicado que resultado aplicar normas generales a casos concretos. Ya que dependiendo del tipo de situación puede cambiar el tipo de educación necesaria. Así en ciertas situaciones difíciles puede ser más útil un estilo autoritario que uno democrático, mientras que en otras situaciones o en función de las características de la personalidad de su hijo, o de una etapa determinada se podría recurrir más a un estilo permisivo para potenciar su autonomía si esto fuera necesario.
Por esto a pesar de la recomendación de un estilo parental flexible, si se está atravesando un momento de cambios o dificultades (por exceso o por déficit) hay que analizar las necesidades del grupo familiar para adoptar la medida más conveniente para ese momento concreto o para ese caso concreto. En la mayoría de las ocasiones es aquí donde se presentan los conflictos, ya que con frecuencia los niños demandan más autonomía mostrando “mal comportamiento” a lo que se responde con restricciones para establecer un mayor control. Se entra así en una espiral poco constructiva donde ni padres ni hijos consiguen sus objetivos y lo más fácil es acabar con dolor de cabeza.
Intentemos comunicarnos más y mejor. Y no olvidemos de vez en cuando hacer una sencilla y maravillosa pregunta: ¿Qué necesitas?

Olalla Guimarey